La importancia del proceso

 

Existen diferencias de enfoques entre lo que es la práctica de la disciplina de la danza con propósitos de entrenamiento para alcanzar un nivel de dominio técnico y artístico eventualmente profesional; y lo que es la danza como disciplina educativa, de la que pueden beneficiarse todos los niños y niñas a lo largo de su desarrollo y aprendizaje.

En el primer caso, el énfasis de la práctica está puesto en obtener un determinado resultado, casi siempre dirigido al montaje de un espectáculo escénico o una presentación artística, en la que se debe apreciar un determinado dominio en la ejecución. Mientras, en el segundo caso, el fundamento radica en la importancia del proceso. 

Es desde este marco, viendo el ejercicio de la danza como proceso, en el que nos ubicamos cuando hablamos del movimiento creativo y el baile como disciplina y manifestación artística importante a la hora de plantearnos una educación integral y significativa para niños y niñas por igual.

Asumir la danza como proceso, es situarnos en una práctica que invita a la inclusión y la diversidad. De este modo, por ejemplo, nos alejamos de la idea de que la danza requiere determinado físico, que es de niñas, que hay una manera única y correcta de moverse y bailar, entre otras cosas, de manera que se facilitan y se hacen accesibles los beneficios de la danza a muchos más estudiantes. 

Lo más importante es invitar a los alumnos a adentrarse en un proceso de exploración y descubrimiento único para ellos. Este proceso se da a partir de ejercicios y actividades que contemplan las posibilidades que tiene cada cuerpo de moverse y expresar su propia individualidad y creatividad.

Más bien lo que se persigue es que los estudiantes se sientan estimulados mentalmente a participar con todo su cuerpo, su mente y sus sentidos en un proceso de búsqueda de soluciones y posibilidades que surgen de ellos mismos en diálogo con los temas y pautas que va señalando la maestra o guía.

La disciplina del movimiento creativo está orientada por un currículo cuyo objetivo es establecer los elementos y estrategias que incitan la exploración del movimiento que es natural en los niños y niñas, desde su nacimiento. Esto, en lugar de insistir en contenidos específicos que el alumno deba dominar o haber perfeccionado a nivel técnico. En todo caso, la técnica estaría en función y al servicio del proceso; como debería ser también en el entrenamiento formal dirigido a la profesionalización: la técnica puesta al servicio del arte…

Y el arte no es otra cosa que la expresión y la magia de comunicar los pensamientos, ideas y emociones que nos habitan y nos relacionan con el mundo. ¡A movernos, que en el proceso hay todo que ganar!

 

Por: Tatiana Rodríguez

Por: Tatiana Rodríguez